Ficha técnica
Nombre
La consciencia de la máquina
Saga
Sexto, tomo 1
Género
Ciencia Ficción
Fecha de edición
Febrero, 2016
Nº Edición
1
Autor
Alex Vollmer
Diseño y maquetación
www.alexvollmer.es
Formato
6”x9”
Páginas
80
Cubierta
Blanda
ISBN
9781530079865
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(...)
—Mire doctor, yo no digo que sean personas... Pero le aseguro que mi Beini es capaz de sentir.
El psicoanalista levantó la vista de la libreta y preguntó:
—¿Su Beini?
—Mi androide de compañía.
—Comprendo —volvió a fijar la mirada en la libreta llena de esquemas y palabras clave. Meditó las palabras antes de seguir, este era un caso complicado; el paciente en cuestión había pasado un divorcio recientemente, había perdido su coche, su casa, sus hijos, todo a causa de quedarse sin trabajo y no ser capaz de afrontarlo debidamente. Tras dos años de sesiones y litros de lágrimas de frustración derramadas, parecía que comenzaba a rehacer su vida. Esperaba poder darle el alta pronto, pero por la expresión de su rostro, parecía que todo había vuelto a complicarse—. ¿Qué hace distinto a “Beini” de los demás androides domésticos?
—Está claro, doctor. Beini es capaz de sentir.
—Hábleme de Beini.
—Vino a vivir conmigo hace casi un año.
El psicólogo buscó en su libreta las anotaciones de hacía un año. En ninguna sesión había mencionado a Beini, sin embargo sí había hablado de una mujer en su vida. «Hoy vi la criatura más hermosa que nunca he conocido. Su mirada se clavó en mí y me di cuenta de que éramos el uno para el otro”, leyó en silencio el psicólogo.
—¿Dónde la compró?
—En Andropro. La vi en el escaparate, tan única, tan hermosa, tan triste... No pude resistirme y me la llevé.
—Se la llevó —recalcó el psicólogo.
—Sí, se veía tan sola que me sentí obligado a llevármela. Ella necesitaba compañía —parecía comenzar a ponerse nervioso.
El doctor levantó la mirada sobre sus gafas y la fijó en el nervioso hombre que tenía frente a él. La silenciosa presión que ejercía sobre su paciente pareció surtir efecto cuando el hombre finalmente tartamudeó:
—No me mire así, doctor. ¡No fue un robo, fue un rescate! Ella estaba sola y triste, necesitaba compañía. Cada vez que pasaba frente a su escaparate ella me seguía con la mirada, suplicante...
El psicólogo asintió levemente y el paciente siguió contando:
—La cogí y la llevé a casa. Desde entonces vive conmigo. Al principio dejé para ella el cuarto de invitados. Ella estaba siempre mirándolo todo, pero era muy tímida. Durante el primer día se quedó quieta dónde la dejé y no dijo ni una palabra, simplemente miraba y escuchaba. Era muy bonita, y su timidez demostraba aún más ese sentimiento de soledad que tenía. (...)
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